viernes, 3 de agosto de 2012

LOS HEREDEROS DE UNA ESPERANZA FRUSTRADA

Personas sin rumbo, desconcertadas y llenas de miedo a lo desconocido, que se reúnen en torno a un grupo musical, un club de fútbol o una moda, rechazan los valores que han regido la vida de sus antepasados, buscan desesperadamente algo que llene el vacío de su existencia angustiada, jóvenes convencidos de que los valores étnicos y moral tradicionales no sirven para desenvolverse en la sociedad posindustrial. Los jóvenes que componen las tribus urbanas de toda la geografía española son los hijos de los progres de ayer. De los hombres o mujeres que aplaudieron en los años sesenta a los blusonsnoirs franceses, a los teddyboys británicos y quizás compartieron con los hippies norteamericanos horas de flores, drogas y amor libre a la luz de la luna. Son los hijos de los idealistas e inconformistas de ayer. Estos jóvenes la mayoría por culpa del paro que les impiden la entrada al mercado laboral, buscan como llenar sus horas de ocio, y se reúnen en grupos para provocar violencia, disturbios o cualquier forma de llamar la atención y pasar el rato.

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